Correr

En los Juegos Interaliados de Berlín, en 1946, al ver detrás del cartel de Checoslovaquia a un solo atleta desmañado, todo el mundo se ríe. Pero después, cuando en los cinco mil metros acelera sin parar y cruza la meta en solitario, los espectadores estallan en un clamor. El nombre de ese chico que siempre sonríe: Emil Zátopek. En pocos años y dos Olimpiadas, Emil se convierte en invencible. Nadie puede pararlo: ni siquiera el régimen checoslovaco, que le espía, limita sus traslados y distorsiona sus declaraciones. Emil corre contra su decadencia, y sonríe. Incluso en las minas de uranio adonde lo destierran porque ha apoyado a Dubcek. Ni siquiera Moscú puede pararlo. La nueva novela de Echenoz atraviesa cuarenta años de un destino excepcional y sin embargo misteriosamente parecido al nuestro. Y nos regala una escritura encrespada de esa impagable ironía que para Echenoz es sólo un pudoroso afecto.

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100 lugares Únicos para correr

Fecha de lanzamiento: 30/08/2010
Traductor: JAVIER ALBIÑANA SERRAÍN
Plaza de edición: BARCELONA
Año de edición: 2010
ISBN: 9788433975409
Encuadernación: Tapa blanda
Idioma: CASTELLANO
Editorial: ANAGRAMA
Nº de páginas: 144

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Anorexia y bulimia: un mapa para recorrer un territorio trastorna do

"Su prosa ha sido siempre de una velocidad endiablada y aventurera? En Correr nos reencontramos con la ya clásica voz narrativa de Echenoz, irónica, divertidísima, y tan cercana que a ratos parece oral? Está escribiendo mejor que nunca" (Nadal Suau, El Mundo).

En los Juegos Interaliados de Berlín, en 1946, al ver deítrás del cartel de Checoslovaquia a un solo atleta desmaíñado, todo el mundo se ríe. Pero despues, cuando en los cinco mil metros acelera sin parar y cruza la meta en soílitario, los espectadores estallan en un clamor. El nomíbre de ese chico que siempre sonríe: Emil Zátopek. En pocos años y dos Olimpiadas, Emil se convierte en invenícible. Nadie puede pararlo: ni siquiera el regimen cheícoslovaco, que le espía, limita sus traslados y distorsiona sus declaraciones. Emil corre contra su decadencia, y sonríe. Incluso en las minas de uranio adonde lo destieírran porque ha apoyado a Dubcek. Ni siquiera Moscú puede pararlo. La nueva novela de Echenoz atraviesa cuarenta años de un destino excepcional y sin embargo misteriosamente parecido al nuestro. Y nos regala una escritura encrespada de esa impagable ironía que para Echenoz es sólo un pudoroso afecto.