Las cuatro gracias
de D. E. StevensonAunque la señorita Buncle, ya señora Abbott, solo hace una mínima aparición aquí en la boda de Archie y Jane, al principio de la novela, Las cuatro Gracias (1946) prosigue el ciclo de Wandlebury con la habitual desenvoltura, ingenio y dotes de observación de D. E. Stevenson. Ahora la autora centra su atención en el señor Grace, el vicario de Chevis Green, un pueblecito cercano a Wandlebury, y en sus cuatro hijas: Liz, Sal, Tilly y Addie. Éstas tienen cada una su carácter, pero comparten «una forma de pensar especial, de sombrerero loco, rápida, intuitiva y ligeramente ilógica». Juntos, padre e hijas deben hacer frente a las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial y a todos los cambios que se han precipitado en su apacible comunidad. Entre ellos, la presencia de una tía imperiosa que huye de los bombardeos de Londres, las visitas de un joven capitán enamoradizo, las incursiones de un patoso arqueólogo en busca de restos romanos y las vicisitudes de un niño refugiado.Esta nueva galería de personajes compone la atmósfera minuciosa que ya sabemos que se respira en los hogares descritos por D. E. Stevenson? sin olvidar que, como se dice en el prólogo escrito por la autora, «hasta las mejores personas guardan un murciélago en el campanario».
Las cuatro gracias en PDF Completo- Fecha de lanzamiento: 11/03/2015
- Traductor: CONCHA CARDEÑOSO SÁENZ DE MIERA
- Plaza de edición: ES
- Año de edición: 2015
- ISBN: 9788490650790
- Encuadernación: Tapa blanda
- Idioma: CASTELLANO
- Editorial: ALBA EDITORIAL
- Nº de páginas: 312
(pe) antonio vega: mis cuatro estaciones
Aunque la señorita Buncle, ya señora Abbott, solo hace una mínima aparición aquí en la boda de Archie y Jane, al principio de la novela, Las cuatro Gracias (1946) prosigue el ciclo de Wandlebury con la habitual desenvoltura, ingenio y dotes de observación de D. E. Stevenson. Ahora la autora centra su atención en el párroco de Wandlebury, el señor Grace, y en sus cuatro hijas: Liz, Sal, Tilly y Addie, que con su distinto carácter, del más disparatado al más reflexivo, deben hacer frente a las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial y a todos los cambios que ésta ha precipitado en su apacible comunidad. Una nueva galería de personajes compone la atmósfera minuciosa que ya sabemos que se respira en los hogares descritos por D. E. Stevenson.
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